jueves, 30 de agosto de 2007

Una Pequeña Victoria dentro de la Gran Guerra

Ayer mientras estaba sentado en un bar con un vaso de cerveza, miraba a mis compañeros y notaba algo extraño. Todos tenían una alegría, todas las caras reflejaban una sonrisa, te miraban se reían, varios me dieron un abrazo, brindamos juntos. Llegar a eso no fue fácil, unir al curso menos. Pero como bien dicen, cuando la causa es justa, hasta el más timorato la apoya, y así fue. Puede que el hecho de estar en nuestro último año influya, o simplemente que, por una vez, se respetaran nuestros derechos, se escucharan nuestras demandas, nos dieran la razón. Así comenzó a gestarse un movimiento interno, un curso reclamando una prueba que, aún ahora, no tenemos en nuestro poder. Llamadas por teléfono, cartas firmadas por el 95% del curso, mini asambleas, nada. Nada servía, su posición era firme y nada la haría cambiar, la prueba iba si o si. Llegó el miércoles, y el curso el día antes ya decidió no darla. El profesor entra, comienza la clase, ningún comentario, salvo el recalcarle a Labraña que “si hubiese estudiado” no estaría haciendo ese tipo de consultas, que éramos mediocres, que no era “su estilo” en fin, la cosa iba aunque a todos les tocara un uno. Inaceptable, su despectiva posición encendió los ánimos y exigimos asamblea con el Director y la Jefa de Docencia.

A mi parecer, acá comenzó a germinar el cambio, ya que para la sorpresa de todos, ambos concurrieron a nuestra sala, se sentaron, y nos dijeron que antes de dar una opinión querían escuchar la nuestra. Escuchar, que bien suena esa palabra cuando es mucho lo que hay que decir dentro de una escuela de derecho en que, irónicamente, nuestro único derecho suele ser el patalear y meter bulla. Decisión tomada, la prueba no se rinde, a esperar hasta las 15:30. Caras nerviosas, y la clásica incertidumbre de que “apuesto que alguien la da y nos caga” A esperar, todos en el patio, como rebaño y observados por el resto de la escuela, que desde el segundo piso mira que al parecer la cosa va en serio.

Llega el aludido, y todos en silencio. Se dirige a la sala lentamente por el pasillo, nadie se mueve. Abre la puerta solo para constatar que nadie, NADIE, estaba en la sala, y que el único lugar donde su evaluación iría hoy, seria bajo su brazo y después de vuelta a su maletín. Camina a la secretaría y luego se retira, acompañado solo por su derrota, que en ese momento parecía llevarlo en brazos tratando, sin éxito, que nuestros aplausos y risas no hicieran aún más duro el momento.

Estimados, la cosa no termina acá, seguro que tendremos represalias, malos ratos, y la peor disposición del mundo de aquí al examen. Debemos poner el hombro, permanecer unidos. Que sea un incentivo más para estudiar, y demostrar que la mediocridad es algo que se encuentra muy lejos de nuestra actitud.

“Hermanos, nosotros nacimos de la noche, en ella vivimos y en ella moriremos. Pero la luz será mañana para los mártires, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, para todos la luz, para todos todo.”

PD: El que adivina de quien es la frase, gana premio. XD

3 comentarios:

Anónimo dijo...

tus palabras describen muy bien el momento que vivimos ayer, no hay mucho mas que decir salvo que nos debemos mantener unidos, por que es eso lo que mas cuesta, unidos podemos lograr cosas, podemos cambiar este sistema de mierda.

cuidate

JORGE SHARP FAJARDO dijo...

Agudo.
Cuando no te escuchan, es necesario gritar. Puta que gritamos.

Anónimo dijo...

Señores del Quinto año 01:

Sólo les quiero recordar... ¿Saben qué?, mejor no, ya que dialogar con ustedes me da una soberana lata,

Atentamente,

MM.