martes, 17 de junio de 2008

La Vida de Vivir me Aburre




Es tarde, la gente siente sueño a esta hora, otros no, yo no. Parar sentado en un escaño, elegido por la democrática resolución de 2 personas que deciden no verse hoy y condenarse a no dormir, a mover insomnio, a quedarse pegados con discos rayados que suenan una y otra vez... que suenan una y otra vez... que suenan una y otra vez...

El fantasma de la señora que antes habitaba esta casa me viene a ver, y me conversa sobre algo que la verdad no me importa mucho, pero aun así pongo cara de interés, de que estoy realmente intrigado con lo que dice, mientras ella toma café, mi café que delicadamente pone en una taza que, hagamos la salvedad, trajo consigo. Menos mal, ¿han tratado de lavar una taza ocupada por un fantasma? es una tarea de locos...

La democrática resolución de las 2 personas que habían decidido no verse, cambia. Ahora es la dictatorial decisión de uno de ellos que simplemente extrañó al otro y quiso verlo. Y así fue, se desdobla, sale por la ventana y parte liviana flotando por el aire. El fantasma la encara con una mirada de desprecio y comenta algo sobre su juventud, que antes ella volaba mejor y más rápido, que los años no pasan en vano y otras imbecilidades de vieja quejumbrosa. Ella se devuelve, y me pregunta si la acompaño, que le da miedo ir sola, aunque ya decidió verlo, teme hacer el camino sola. Le digo que no, que no puedo, que mi hijo duerme en la habitación contigua y que si salgo despertará. La vieja fantasma se entromete y argumenta que debo ser desprendido, que el bebé ya es grande y que puedo dejarlo solo. Hago caso omiso a sus comentarios y le digo a ella si podemos llevar al bebé. Acepta, lo que sea por no ir sola, lo que sea por verlo a él.

Voy a la habitación y el bebé duerme, con los ojos abiertos llenos de hormigas, que de acuerdo a un contrato celebrado en tiempos inmemoriales, de noche toman sus saladas lágrimas. Hablo con el rey de las hormigas, explicándole la situación en que me encuentro y caballerosamente, como todo buen rey, me dice que el bebe está a mi disposición. Ella mira y ríe, grandes carcajadas de alegría pensando en que la democrática decisión de no verse, ya no es tal, y que pronto estará con él, bailando marinera y comiendo bolas de barro con el bebé.

El bebé mira, y sin decir nada me toma en sus brazos, mientras con sus pies se pone un abrigo y una bufanda rojo/gris tejida por su abuela. Ella toma la mano del bebé, y juntos salimos volando por la ventana, mientras la fantasma mira, con melancolía, haciendo caso omiso a las ordenes del rey de las hormigas, que comandando su batallón ya se ha tomado la mitad de las lágrimas de la pobre mujer.

El viaje fue tranquilo, él no estaba lejos. Llegamos sin darnos prisa, disfrutado la travesía, sintiendo el viento en la cara, comiendo nubes que lentamente asadas por el sol constituyen un verdadero manjar. De repente me paro, y miro por la ventana. Te veo venir, te veo venir flotando, te veo venir flotando con mi hijo de la mano, que a su vez me trae en sus brazos. Me veo sonreir en los brazos del bebé, te veo mirar y reír a carcajadas, pensando en como bailaremos marinera, y como disfrutaremos tu, yo y el bebé las bolas de barro. Como él y ella comerán barro y bailaran marinera con el bebé, mientras la fantasma se arrancará el pelo, pensado que está sola, que la democrática decisión de 2 personas que no deciden verse ya no es tal, que las hormigas le comieron la mitad de la cara... que la vida de vivir me aburre...

Saludos a mis padres, ellos saben...