domingo, 25 de octubre de 2009

Dineropadres



Hoy me compré un hijo. Hacia tiempo estaba meditando, que un vástago me haría sentar cabeza, ordenarme un poco en esta monotonía que algunos se dignan a llamar vida. Lo elegí cuidadosamente, y si bien taba indeciso al principio, al final me decidí por un chino. Como que esa cara redonda y sus rasgados ojos me despertaron simpatía y era el que tenía la foto más monona en el catálogo. Saque mi tarjeta de crédito y listo, operación terminada. Al cabo de dos semanas sonó el timbre de mi casa y un señor con unos lentes muy gruesos descargó una caja de cartón, y me hizo firmar una serie de engorrosos papeles. Luego de eso colocó la caja cuidadosamente en el living y se marchó en una camioneta cargada de cajas como la mía.

Me quede al menos dos horas observando la caja. Como un niño curioso, que no quiere abrir su regalo para que la sorpresa dure eternamente, como cuando se sabe lo que hay dentro, pero igual nos da cosa mirar. Finalmente tomo un cuchillo de la cocina y corto las amarras, saco el montón de tapas y empiezo a escarbar entre la montaña de bolitas de plumavit que ahí se encontraban y veo una redonda cabeza negra. Saco un poco más de bolitas y ahí aparece el chinito, con sus rasgados ojos, que al sonreír, parecen estirarse y rasgarse hasta el infinito. Venia medio dormido pero se incorpora rápidamente y hace una graciosa reverencia. No puedo evitar reír. Ahora tengo un hijo, alguien a quien cuidar, educar y por quien soy responsable al menos hasta que cumpla 18 años. Me da un abrazo, es gracioso el chinito.

Lo llevo a su habitación y le pongo música, me mira contento así que supongo que le agrada. Se da unas vueltas y se duerme, placidamente en su cama nueva, en su vida nueva, que no pudo elegir porque yo la compré y lo educaré del modo que me plazca. Le enseñaré a tocar guitarra para que pueda cantar con su padre cuando estemos aburridos, le regalaré mil libros que tendrá que leer y luego podrá comentar conmigo y reírnos, le regalaré un perro para que desde pequeño desarrolle amor por los animales. Lo llevaré al estadio a los partidos del equipo que a mi me gusta, para que desarrolle la misma pasión por el. Le compraré la ropa que a mi me guste, para que el pequeño tenga onda y estilo desde su infancia, pagaré diseñadores si es necesario. Lo matricularé en una escuela pagada, para que no se mezcle con niños que no le aportarán nada a su formación, y para que sus amigos sean gente con clase. Le regalaré un auto cuando cumpla 18 años y entre a la Universidad, para que no tenga que andar caminando y pueda pasear a su novia, llevarla a ver puestas de sol y hacerle el amor en las periferias de la ciudad. Le regalaré un viaje, cuando se titule, para que conozca el mundo y vea las cosas de otra perspectiva. Y todas esas cosas haré, mientras el chinito duerme placidamente, soñando con otros niños chinos en cajas de cartón con bolitas de plumavit que en este momento deben estar viajando en algún lugar. Y aquí me quedaré observándolo, hasta que algún día, llegue el señor de gruesos anteojos y me tome, me envuelva y me ponga en una caja, y me envíe a la casa de algún hijo que se siente solo, y que tenga ganas de cuidar y abrazar un padre.