lunes, 23 de marzo de 2009

Inmadura Emoción de la Vida


Hoy vino a comer una amiga de la Mila, la Cata. Es bien rara la Cata, Catita y todos los derivados idiotas posibles que se les puedan ocurrir. Es simpática, pero rara. Siempre viene a la casa, es algo así como la súper yunta o amiga de la Mila, se conocen de que eran pendex y van juntas a yoga y esas cosas tan interesantes que ellas hacen. Resulta que esta mina es guapa, tiene buen cuero, es simpaticona, linda, etc. Pero tiene un problema. La imposibilidad de tener una relación estable, o sea “estable” algo que dure más de un par de meses. No puede, algo pasa, caga. Por esa razón y por todo el tiempo que la conocemos, es que han desfilado por nuestro departamento toda clase de amigos con cover, pololos, novios y una larga lista de etc. La cosa funciona más o menos así: La Cata conoce a algún tipo, ya sea por amigos en común, compañeros, incluso hasta por Internet (hay de todo en el supermercado del señor), y comienzan a salir, a tirar, y todas las cosas entretes que hace uno cuando empieza una relación. La cosa es que a los poquitos días esta mina les dice a los pobres incautos que está enamorada, que los quiere mucho, que los ama, que nunca se había sentido así, que nunca había sido tan feliz, los lleva a la casa a conocer sus papis, los invita un finde a la playa y cosas por el estilo… Entonces los pobres tipos caen, y como la niña es linda y simpática, puta cuesta ponerse difícil, y ahí es donde está el error. Porque la fantasía de amor adolescente dura solo un par de meses y los manda a volar, quedando ellos con el corazón hecho bolsa, pensando en las promesas de amor eterno, los nombres de las guaguas y toda la parafernalia a los que los había acostumbrado en los días venideros, y ella, ya tiene novio nuevo, y está feliz y enamorada otra vez, y lo presenta y lo lleva a conocer sus amigos y aquí… aquí seguimos, pues en ese contexto apareció hoy, tocado el timbre, con el joven de turno.

Justo me tocó abrir la puerta mientras la Mila preparaba algo en la cocina, y ahí la veo, con su sonrisa perfecta, de comercial de Pepsodent que se me tira encima con sus acostumbrados abrazos y besos (es muy cariñosa la niña en cuestión) y me presenta a su “novio”. No me gusta ser prejuicioso en la vida, pero en este caso es inevitable. El joven llega con esa parada de artista conceptual-fotógrafo-músico-arquitecto-urbanista-vegetariano-ecologista al peo-izquierdista y se presenta de los más campal, con su ropa comprada en artesanía y sus pelos trenzados, pero que va a la Uni en el auto del papito. Una mierda en resumidas cuentas, pero los hago pasar y nos sentamos mientras la Mila grita desde la cocina que ya casi están los tacos, lo que me da tiempo de conversar con ellos. La Cata se le tira encima, lo abraza, lo aprieta, le hace cariño en el pelo y todas las cosas que a cualquier persona harían suponer que son las personas más enamoradas del mundo, pero no. Nosotros sabemos que la cosa no es así, que en unos meses más no lo querrá ver, no contestará sus llamadas, no responderá sus mails, le dará todo el ataque y vendrá donde nosotros a decir que ya no es lo mismo, que no se siente bien, que quiere estar sola, y nosotros la miraremos y le diremos que es lo mejor, que a veces hace bien estar solo, pero nosotros sabemos, sabemos que no es así y que luego de eso, a los poquitos días entrará otra vez por la puerta, con el joven de turno y se volverá a repetir el ciclo que a esta altura me tiene un poco mareado, ya que a veces resulta complejo memorizar nombres y ser simpático y amable con gente que tal vez nunca más veamos y que en este momento está sentado en mi mesa. La Mila me toma la mano, y me hace un taco grandote, al parecer adivinó lo que estaba pensando y me quiso distraer con comida. El tipo se pone a hablar de los derechos de los trabajadores y el proletariado, cuando es cosa de ver y adivinar que no le ha trabajado un día a nadie en toda su vida. La Cata lo mira y asiente, orgullosa de lo revolution que es su nuevo novio. La Mila lo mira y sonríe, no dice nada. Luego de comer y de unas copas de vino, la pareja del momento se retira, no sin antes pedirnos que salgamos los cuatro, que podríamos ir un finde a acampar y un montón de cosas que nosotros sabemos que no ocurrirán, pero de todas formas decimos que bueno. Se van al fin y quedamos los dos, mientras lavo y ordeno la cocina la Mila me dice:

- Oye Varo, mirabas mucho a la Cata hoy, ¿que te pareció el nuevo?

- Mmm… no se. Chanta, fome, fin. Me gustaba más el anterior.

- Si, el antiguo era más simpático, se notaba que era buena persona, además de muy inteligente. Este no, era como por defecto, artistoide, fome.

- Jajaja, Mila, da lo mismo. Lo va a patear en unos meses.

- Si, así es. Oye ¿comamos algo rico?

- Mila acabamos de comer tacos, ¿quedaste con hambre?

- Nooo, quería que comiéramos algo rico, dulcecito, los dos…

- Puede ser, algo si como ¿frutas con crema?

- Si algo así, pero pensaba también en cannabis dulce.

- Frutas y cannabis… ¿vale fumar en una manzana?

- Si Varo, si vale. Pero con una condición: Acostaditos y viendo pelis.

- Como usted diga mi dama cósmica, como usted diga…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ta entrete me gustó.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

filete
no se porque
me suena un tanto familiar
pero no pueo calzar nada
mejor asi

no juzgo jajaja
saluos wn

monin

CUCHOMAN dijo...

Increible que haya gente asi ...de esas jaja....salen por temporadad parace jaja...Muy bueno el texto cosmico man....saludos y siga escribiendo..